Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino cuando comíamos, y yo muy de presto le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar. Mas duróme poco, que en los tragos conocía la falta, y, por reservar su vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja larga de centeno que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino, lo dejaba a buenas noches. Mas, como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende en adelante mudó propósito y asentaba su jarro entre las piernas y atapábale con la mano, y así bebía seguro.
Yo, como estaba hecho al vino, moría por él, y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sutil, y, delicadamente, con una muy delgada tortilla de cera, taparlo; y, al tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y, al calor de ella luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de tal manera ponía, que maldita la gota se perdía. Cuando el pobreto iba a beber, no hallaba nada. Espantábase, maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser.
1. Localización
El texto corresponde al inicio de uno de los fragmentos más conocidos del Lazarillo: el de la jarra de vino, que encontramos en el Tratado Primero del libro.
El Lazarillo es una novela anónima, cuya edición más antigua data de 1554 y que dio nacimiento a uno de los géneros que más éxito tuvo en la España del siglo XVI: la novela picaresca.
Este género, fruto y reflejo de la miseria económica en la que vivía la sociedad castellana en la época de las glorias militares de Carlos I y Felipe II, se caracteriza por explicar, a modo de falsa autobiografía, la historia de una ascensión social de un pícaro. Este personaje, de baja condición social, consigue salir adelante a base de quebrantar lo que en su época se consideran principios básicos del honor, por lo que se puede considerar la historia de un antihéroe.
2. Clasificación y funciones
Se trata de un texto narrativo en el que predomina la función referencial, ya que explica una aventura vivida por el protagonista, aunque también aparece la función expresiva, cuando el autor explica las razones de su actuación.
3. Propósito, punto de vista y tema central
Sobre el propósito del autor al escribir el Lazarillo existen diversas hipótesis, ya que la novela es fácilmente interpretable desde perspectivas opuestas: tanto se le puede encontrar una intención moralizante o considerarse como una simple sátira. Su autor podría pretender propugnar una regeneración social a través de la ironía o, al contrario, expresar su falta de esperanza en esa posibilidad.
El fragmento analizado tiene un papel clave en la obra: es la primera fechoría que narra el autor de su autobiografía. El tema central es la explicación de cómo Lazarillo se las apaña para robarle vino al ciego que le hace de tutor. El punto de vista es pues el del protagonista, que explica los hechos en primera persona.
4. Estructura interna
La estructura del texto es lineal y vertebrada en torno a la narración de cómo se las ingenia Lazarillo para robar el vino.
5. Contenido cultural, ideológico y científico
La España en la que se publica el Lazarillo se caracteriza por la decadencia y miseria económica, que llevó a muchas personas al desengaño cínico y que explica el éxito de este tipo de novelas. Asimismo se considera que también influyó en el nacimiento de la picaresca el pensamiento de Erasmo y sus propuestas de renovación espiritual y religiosa, que podrían estar en el fundamento de una posible voluntad regeneradora del autor.
6. Estructura externa
El texto se nos presenta en dos párrafos, si bien esto seguramente forma parte de la adaptación a la puntuación actual, ya que, en la época en la que fue escrito, estas divisiones eran poco habituales.
La división, sin embargo, define lo que son las dos partes de la narración: el primer párrafo explica los primeros intentos de Lazarillo de quitarle el vino al ciego, mientras que en el segundo nos explica detalladamente la complicada estrategia que se ingenia para conseguirlo con éxito.
7. Nivel morfológico
En la reproducción del texto que tenemos para comentar, la ortografía aparece parcialmente modernizada, como es habitual, en mayor o menor medida, en las ediciones actuales del Lazarillo. El texto original probablemente nos permitiría observar mejor como el castellano del siglo XVI estaba en plena transición de sistema fonológico medieval al moderno. Aun así podemos encontrar ejemplos de vacilación en el vocalismo átono (la utilización de “sotil” por “sutil”) y consonántico (“ansí” por “así”).
Otro aspecto que llama la atención es la utilización del pronombre “le” para el complemento directo masculino (“yo le asía”, “tornábale” o “tapábale” en referencia al jarrillo). Estos mismos ejemplos también sirven para observar como se hacía la contracción de pronombre y verbo (como también en “duróme”).
8. Nivel morfosintáctico
De la misma manera que la estructura del texto en párrafos se ha adaptado a los usos actuales, la longitud de las oraciones y la utilización de los distintos signos de puntuación tampoco no deben ser idénticos al original. En cualquier caso, sí que podemos apreciar una tendencia a alargar considerablemente las oraciones, especialmente en el segundo párrafo, donde encontramos una frase interminable llena de subordinadas y acciones encadenadas por coordinadas.
En el primer párrafo, en cambio, las oraciones nos aparecen fragmentadas pero enlazadas de una forma un tanto rudimentaria con la utilización en cuatro ocasiones por el adverbio adversativo “mas” al inicio de la frase.
9. Nivel léxico-semántico
Por tratarse de un texto del siglo XVI encontramos gran cantidad de palabras y expresiones que han resultado afectadas por el cambio lingüístico, por ejemplo:
- usar > acostumbrar a
- cabe > junto a
- de presto > rápidamente
- conocer la falta > darse cuenta de que faltaba
- mudar el propósito > cambiar de actitud
- dende >desde entonces
- antes > al contrario
Otras expresiones como “dar besos callados” (por “dar tragos”) o “dejar a buenas noches” (en este caso “dejar al ciego sin vino”) probablemente son juegos de palabras que, a pesar de que seguramente forman parte del idiolecto del autor, debían ser más fáciles de comprender en el contexto del lenguaje de la época.
Asimismo encontramos muchas palabras que han experimentado un cambio semántico por restricción o, aun conservando un significado similar, son ahora de uso mucho menos habitual (“asir” por “coger”, “tornar” por “devolver”, “desamparar” por “descuidar”, “mudar” por “cambiar”, etc.)
Finalmente también vemos derivados que hoy probablemente se formarían de una manera distinta: “pobrete”, “jarrillo”…
10. Valoración global
El fragmento analizado corresponde a uno de los momentos clave del Lazarillo ya que, a pesar de que finalmente el ciego descubrirá la treta y destrozará los dientes del Lazarillo de un golpe de jarra, el autor empieza aquí su carrera de pícaro que le llevará tanto al éxito social como a la miseria moral.
El Lazarillo es un libro innovador en la narrativa europea de su tiempo en múltiples aspectos. El que se nos hace más evidente en este fragmento es el hecho que nos encontramos por primera vez ante un protagonista de baja condición social que narra en primera persona unas aventuras de las que más bien debería avergonzarse.
Se trata pues de una obra que choca frontalmente con la literatura que se estaba escribiendo en aquel momento y su éxito constituye un testigo de la enorme crisis que se estaba gestando en la sociedad.