miércoles, 13 de octubre de 2010

Los Juramentos de Estrasburgo

Asignatura: Lingüística Románica
Segundo curso del Grado de Lengua y Literatura Hispánicas
Profesor: Juan Francisco García Bascuñana
Octubre de 2010
Introducción

En el año 841, Carlos el Calvo le encarga a Nitardo que escriba para la posteridad los acontecimientos de su época. El resultado de este encargo son cuatro libros que narran en latín la historia del Imperio Carolingio desde 814 hasta 843. En el tercero de los libros, Nitardo cita en estilo directo una alocución de Luis el Germánico ante las tropas de Carlos el Calvo: son los Juramentos de Estrasburgo. El historiador nos dice que sus palabras fueron pronunciadas no en latín sino en “romana lingua”, por lo que decide reproducirlas en esta lengua. Es la primera vez —al menos, que nosotros tengamos conocimiento— que alguien pone por escrito un texto en lengua romance.

El momento histórico
Carlomagno, rey de los francos, consiguió extender su dominio sobre un vasto territorio que iba del desde el Ebro hasta el Báltico, abrazando, entre otros, la mayor parte de lo que hoy es Francia, Alemania y el norte de Italia. En 800, se hizo coronar emperador, restaurando de esta manera el Imperio Romano de Occidente y protagonizó el llamado “renacimiento carolingio”.
Sin embargo, el esplendor duró muy poco. Su hijo Luis el Piadoso ya tuvo graves dificultades para mantener la unidad del Imperio y, cuando a la muerte de éste, el heredero del trono imperial, Lotario I, intenta imponer su autoridad sobre la totalidad del territorio, sus dos hermanos, Carlos el Calvo y Luis el Germánico se alían para derrotarle.
El 14 de febrero de 842, en Estrasburgo, Carlos y Luis hicieron una escenificación del pacto ante sus ejércitos. Según cuenta Nitardo, Luis juró prestar ayuda a Carlos y lo hizo en la lengua de éste: la “romana lingua”. Paralelamente, Carlos hizo su juramento en la lengua de Luis: la “teudisca  lingua”.
La alianza dio sus frutos y, tras la derrota de Lotario, en 843 el Tratado de Verdún consagró la división del imperio: la parte occidental —una zona que coincide con gran parte de la actual Francia— para Carlos, la parte oriental —similar a la que hoy ocupan los países de lengua alemana— para Luis, quedando para Lotario una larga y estrecha franja vertical que va de lo que hoy son los Países Bajos hasta Italia.

El marco lingüístico
Los Juramentos de Estrasburgo no son un acontecimiento histórico de primer orden —como lo es el Tratado de Verdún— pero sí lo es el hecho que Nitardo intentara poner por escrito las palabras de los protagonistas, no en latín, sino en la lengua en que fueron pronunciadas. No sabemos si es la primera vez que alguien dio ese paso, pero, de momento, es el documento más antiguo donde lo hemos encontrado.
En aquel momento, en el Imperio Carolingio no era concebible escribir en una lengua que no fuera el latín, a pesar de que éste ya sólo lo conocía la élite: el lenguaje que hablaba la mayoría de la población era ya muy distinto.
El divorcio entre lengua escrita y lengua hablada se venía fraguando desde la época de esplendor del Imperio Romano. Con invasión de los pueblos bárbaros y la disolución de la autoridad central, el proceso se acentuó. Si bien la gente tenía la sensación de que seguía hablando la misma lengua que sus antepasados, la realidad era que, con el paso de los siglos, el habla cada zona había evolucionado de una manera tan radicalmente diferente que ya les era imposible comprender el latín de la Vulgata sin haberlo estudiado previamente.
Una parte de las nuevas palabras y formas había llegado a la escritura del siglo VIII, pero a partir del renacimiento carolingio se fueron suprimiendo para recuperar las del latín clásico. De esta manera se acentuó una división entre lengua escrita y lengua hablada, entre la lengua culta y la lengua popular. La constatación de que una y otra se habían hecho ininteligibles es el Concilio de Tours (813), que establece que las homilías se deberán pronunciar en “rusticam Romanam linguam” para que el pueblo pueda entenderlas.
Esta expresión, “Romana lingua”, que define en aquel momento la lengua hablada de la parte romanizada del Imperio Carolingio, es la que utiliza Nitardo para aludir la lengua en la que Luis el Germánico hace los Juramentos de Estrasburgo.

El texto

El texto reproducido por Nitardo
No podemos saber a ciencia cierta si las palabras que escribe Nitardo en su libro son las que pronunció exactamente Luis el Germánico. Es posible que Nitardo simplemente tuviera conocimiento que Luis había hablado en “romana lingua” e intentara crear una ortografía para reproducir por escrito lo que pudo ser el Juramento. Pero el excepcional valor del texto no deriva del hecho que sea más o menos fiel, sino de que es la primera vez que intenta ponerse por escrito una lengua hasta el momento sólo hablada. Este es el contenido de la primera cita:
“Pro Deo amur et pro christian poblo et nostro commun salvament, d’ist di en avant, in quant Deus savir et podir me dunat, si salvarai eo cist meon fradre Karlo et in aiudha et in cadhuna cosa si cum om per dreit son fradra salvar dift, i o quid il mi altresi fazet. Et ab Ludher nul plaid nunquam prindrai qu, meon vol, cist meon fradre Karlo in damno sit.”
La traducción al castellano
Una traducción posible al castellano actual sería:
“Por el amor de Dios y por la salvación común del pueblo cristiano y nuestro, a partir de hoy, si Dios me da sabiduría y poder, apoyaré a mi hermano Carlos, ayudándolo en todo, como es de justicia apoyar a un hermano, siempre que él haga lo mismo, y no llevaré a cabo ninguna componenda con Lotario que, por mi voluntad, pueda perjudicar a mi citado hermano Carlos”.

La traducción al latín y al francés antiguo
A efectos de estudio comparativo, Ferdinand Brunot (1905, p. 144) hizo unas versiones de lo que el texto habría podido ser en latín clásico y en francés antiguo. Son las siguientes:
“Per Dei amorem et per christiani populi et nostram communem salutem, ab hac die, quantum Deus scire et pose mihi dat, seruabo hunc meum fratem Carolum et ope mea et in quacumque re, ut quilibet iure debet fratrem suum seruare, dummodo mihi idem gaciat, et cum Clotario nullam umquam pactionem faciam, quae mea uoluntate huic meo gratri Carolo damno sit”.

“Pour Dieu amor et por del crestiien poeple et nostre común salvament, de cest jorn en avant, quan que Dieus saveir et podeir me dont, si salverai jo cest mien fredre Charlon, et en aiude et en chascune chose si come on par dreit son fredre salver deit, en ço que il me altresi façet, et a Lodher nul plait onques ne prendrai, qui mien vueil cest mien fredre Charlon en dam seit”.

Comentario del texto

Los Juramentos de Estrasburgo se han considerado tradicionalmente como el primer texto en francés (como lo hace por ejemplo Waltburg, V.W. 1966, p. 76, o Vàrvaro A., 1988, p. 31); sin embargo, es más preciso afirmar que se trata de un protorománico, que está en la base de posteriores evoluciones. De hecho, si existió una lengua puente entre el latín y las lenguas románicas como postulaba Raynouard (1816, p. V y ss.) —aunque la identificaba erróneamente con el provenzal—, el texto podría ser una muestra de ella, al menos para las del tronco galorrománico.
El texto reproduce un lenguaje hasta el momento sólo hablado. La única referencia que Nitardo tiene es el latín, por lo que se utiliza una ortografía conservadora. Sin embargo, hay gran cantidad de innovaciones que ya dejan entrever el camino que habían tomado las  lenguas románicas, en particular las del grupo gálico.
Estos son algunos de los rasgos que se pueden observar en el texto:

  1. Fonética
Diptongación parcial. El francés experimentó un rápido proceso de diptongación, que en el texto solo observa en “dreit”. En el resto de casos, aún no han diptongado. Así, seguimos viendo la “o” en “poblo”, que aún no ha experimentado la evolución hacia “eu” del francés actual (“peuple”). El caso de “amur” es especialmente interesante porque la “o” latina evoluciona en francés evoluciona hacia “eu”; aquí tenemos una “u” que pudo ser un paso intermedio entre la “o” y la “eu” posterior (aunque en el francés actual no tenemos “ameur” sino “amour”, por influencia de la poesía trovadoresca).
Sonorización de la “p”. El “populi” latino ya ha derivado en “poblo”, cumpliendo con la regla de la sonorización de “p” por “b”. Sin embargo, el resultado es mucho más parecido al del catalán que al del francés actual, donde hubo un retroceso por influencia externa y se volvió a la “p” en “peuple”.
Fluctuación de vocales. Observamos una fluctuación de “o” y “u”: la “o” de “Deo”, que encontramos en el caso régimen, evolucionará luego en francés —como en catalán— hacia “u”. Otro tanto sucede con las “i” de “savir” y “podir” que, con un punto de articulación muy próximo a la “e” luego volverán a evolucionar hacia ésta.
Pervivencia de las “a” tónicas. El cambio de las “a” tónicas por “e” tónica, característica del francés del norte de Francia, no se observa en el texto, donde se escribe, por ejemplo, “fradre”.

  1. Morfosintáxis
Orden de la frase. El orden de la frase latina ha empezado a alterarse: en algunos casos se mantiene (“Pro Deo amur”, “numquama prindrai”…), mientras que, en otros, se ha alterado de una manera que tampoco es la que tomarán definitivamente las lenguas románicas, como en “christian poblo”, donde hay una posible influencia germánica en la colocación del adjetivo delante del nombre.
Los pronombres. Se observa como los pronombres posesivos (“nostro”, “mien”) son los que han evolucionado menos, a diferencia de los demostrativos. Éstos aparecen en dos formas: “ist” y “cist”. La “c” de “cist” proviene del presentativo “ecce”, que en catalán ha dado “aquest” y que se consideraba menos culto; el “ist”, que ha llegado al castellano actual en la forma “este”, era considerado más culto.
Los artículos. A diferencia de lo que se observa en el francés antiguo recreado por Brunot (“por del crestiien poeple”), los artículos aún están ausentes del texto de Nitardo (“pro Christian poblo”). Es posible que su uso aún no estuviera generalizado o que se fuera reacio a introducirlos por escrito, ya que éstos sí que aparecen en el segundo texto más antiguo que nos ha llegado: la “Cantilène de sainte Eulalie”, escrita hacia 880.
El futuro romance. El llamado “futuro romance” aparece en las formas “salvarai” y “prindrai”. Rebeca Posner (1998, pp. 226-228) explica que tradicionalmente se ha considerado que este futuro se formó a partir de una forma perifrástica de “habere” + infinitivo que habría sustituido al futuro latino. La autora, sin embargo, pone en duda esta tesis y apunta que esta fórmula podría indicar obligación, en lugar de futuro.
El sistema de declinación. En el texto se observa como ya se ha roto el sistema de declinación clásica y ha sido sustituido por preposiciones. Los seis casos del latín se han reducido a los dos de la declinación bicasual. Así tenemos “Deus” en caso nominativo y “Deo” en caso régimen. También observamos la declinación bicasual en “Karlo” (nominativo) / “Karle” (régimen), en este caso regido por el hecho que es un nombre germánico.
Fórmula copulativa. Vemos como se utilización de la conjunción copulativa “et” (que llega hasta el francés actual), procedente del latín popular, en lugar de la fórmula con “-que” propia del latín culto.
Pervivencia de un subjuntivo. Al final del texto observamos la pervivencia del subjuntivo latino “sit”, probablemente debido que se trata de una fórmula fijada.

  1. Léxico
 “Om”: un doblete creado a partir de la morfología de la lengua. El latín “homo, hominem” derivó, al generalizarse la declinación bicasual, en “om” para el nominativo y “ho(m)me” para el caso régimen. A la larga, las dos formas se mantuvieron con distintos significados, de manera que se formó un doblete a partir de la morfología de la lengua. Aquí podemos observar como el que deriva del nominativo ya ha adquirido un sentido impersonal, como finalmente pasa con el “on” francés o el “hom” catalán.
Innovaciones creadas a partir de las formas menos cultas. Destaca en el texto la aparición de los sustantivos “savir” y “podir” que derivan respectivamente de las formas latinas “sapere” y “potere”, más populares, y se dejan de lado las formas más cultas “scire” y “posse”, que tenían una conjugación demasiado compleja. Estas son las formas que nos han llegado a nosotros. Otro ejemplo de innovación que nos ha llegado es “dreit”, creada a partir del latín “directus”, que ya en latín vulgar evolución a “drectus” y que sustituye al clásico “iure”.
En la base de las lenguas del grupo gálico. Otras tendencias que apunta el texto, en cambio, solo se han mantenido en las lenguas del grupo galorrománico. Un ejemplo es la utilización del verbo “dunare” (“dunat”) que en este grupo desplaza a “dare”, como vemos en catalán y francés. Además aparece el interesante neologismo “salvament”, de “salvare”, que sustituye a “salutem”. El catalán lo ha mantenido en la misma forma que encontramos en el texto mientras que el francés la abandonó durante la relatinización cuando recuperó el “salut” de “salus, salutis”.



Bibliografía citada


BRUNOT, Ferdinand (1905): Histoire de la langue française des origines à 1900. Paris, Libraire Armand Colin.

POSNER, Rebecca (1998): Las Lenguas romances, Madrid, Catedra.

RAYNOUARD, M. (1838): Choix des poésies originales des troubadours, Tome premier. Paris, Firmin Didot.

VÀRVARO, Alberto (1988): Historia, problemas y  métodos de la lingüística románica, Madrid, Espasa.

WARTBURG, W. Von (1966): Evolución y estructura de la lengua francesa, Madrid, Gredos.
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El texto original de Nitardo que incluye los Juramentos de Estrasburgo se puede consultar en internet:
El original en latín se encuentra en http://www.thelatinlibrary.com/nithardus.html.