Asignatura: Lingüística RománicaSegundo curso del Grado de Lengua y Literatura HispánicasProfesor: Juan Francisco García BascuñanaNoviembre de 2010
Introducción
Durante los siglos XI al XIII, la lengua de oc se convirtió en la más prestigiosa de las lenguas romances nacidas de la división del latín que siguió a la caída del Imperio romano de occidente. Hablada en lo que hoy es el sur de Francia, del Atlántico a los Alpes, al sur del Loira y al norte del Pirineo, la fama que adquirió la lírica de sus poetas la llevó a ser la lengua culta de la literatura más allá de sus límites geográficos.
Eran tierras en las que el feudalismo tenía un fuerte poder. Pero los señores de las diversas demarcaciones no se limitaban a guerrear: se puso de moda entre ellos la composición de poemas amorosos que eran cantados en cortes como la de Leonor de Aquitania en Burdeos. Eran los llamados trovadores.
Uno de ellos fue Jaufré Rudel, señor de Blaye, una demarcación situada en la desembocadura del río Garona, frente a Burdeos. Se trata de un distrito situado cerca del límite con las tierras de la lengua de oïl, por lo que la influencia de esta lengua era ya más intensa que en otros territorios occitanos.
De Jaufré Rudel, que vivió aproximadamente entre 1125 y 1148, a parte de sus poemas, nos han llegado pocas noticias suficientemente documentadas (Badia, L., 1994): que era titular del distrito de Blaye y que fue a Tierra Santa, donde seguramente murió.
Sin embargo, en la tradición medieval, Rudel cuenta con una notable leyenda: se habría enamorado de la princesa de Trípoli (la última posesión cristiana en Tierra Santa) sin haberla visto, sólo por lo que le habían contado de ella. Por esto se embarcó en la cruzada y murió, al llegar a su destino, en los brazos de su amada. Esta leyenda, que tiene uno de sus motivos en la referencia al “amor de lohn” que aparece en sus poemas, ha tenido gran influencia posterior, ya que el “amor de lejos” se ha convertido en un motivo de la literatura.
La primera referencia escrita que encontramos a la historia legendaria de Rudel es la que aparece en las “vidas”. Las “vidas” son unos documentos manuscritos, anónimos, que probablemente fueron escritos en monasterios o cortes principescas unos cien años después de la época de esplendor de Occitania, mitificando a los trovadores. Se descubrieron en el Renacimiento, pero no se publicaron hasta que Raynouard (1820) hizo su compilación de poesía trovadoresca.
El texto objeto del comentario es este documento que hace referencia a la vida de Rudel. La versión utilizada es la que encontramos en la antología de poesía trovadoresca que publicó Martín de Riquer (1983), en la que se incluyen las 76 “vidas” que se han conservado.
El texto
El texto que aparece en Riquer, M. (1983, p. 154) es una versión ligeramente distinta a la que publicó Raynouard, F. (1820, p. 165). Entre ambos se observan diferencias en la puntuación —inexistente en el manuscrito original— así como una mayor fidelidad al original por parte de Riquer, ya que Raynouard introdujo algunas modificaciones que él consideró oportunas.
Se trata de un texto en lengua de oc que no se corresponde con ninguno de los dialectos regionales de esta lengua ni tampoco con el occitano modernamente codificado. Es más bien una especie de koiné que era la que utilizaban los trovadores. Es el siguiente:
“Jaufres Rudels de Blaia si fo mout gentils hom, princes de Blaia. Et enamoret se de la comtessa de Tripol, ses vezer, per lo ben qu’el n’auzi dire als pelerins que venguen d’Antiocha. E fez de leis mains vers ab bons sons, ab paubres motz. E per voluntat de leis vezer, el se croset e se mes en mar, e pres lo malautia en la nau, e fo condug a Tripol, en un alberc, per mort. E fo fait saber a la comtessa et ella venc ad el, al son leit, e pres lo antre sos bratz. E saup qu’ella era la comtessa, e mantenent recobret l’auzir e•l flairar, e lauzet Dieu, que l’avia la vida sostenguda tro qu’el a’agues vista; et enaissi el mori entre sos braz. Et ella lo fez a gran honor sepellir en la maison del Temple; e pois, en aquel dia, ella se rendet morga, per la dolor qu’ella n’ac de la mort de lui”.
Esta sería una posible traducción al castellano:
“Jaufré Rudel de Blaye, príncipe de Blaye, fue un hombre muy gentil. Se enamoró de la condesa de Trípoli sin haberla visto, sólo por las bondades que de ella contaban los peregrinos llegados de Antioquía. Sobre ella compuso muchos versos, con bellas melodías y palabras simples. Con intención de verla se hizo cruzado, se embarcó y cayó enfermo en la nave. Cuando llegaron a Trípoli, le llevaron a un hostal, dándole por muerto. Se lo comunicaron a la condesa y ella acudió a su lado; se acercó a su lecho y lo tomó en sus brazos. Él la reconoció y recobró el oído y el olfato y alabó a Dios, que lo había mantenido con vida el tiempo suficiente para que llegara a verla. Así fue como murió en sus brazos. Ella le hizo sepultar en la casa del Temple y, ese mismo día, se hizo monja, conmovida por el dolor de su muerte”.
Comentario filológico y lingüístico
Principales tendencias fonéticas del occitano. El texto nos permite identificar algunas de las principales características fonéticas del vocalismo de la lengua occitana sistematizadas por Pierre Bec (1970, pp. 402-403): observamos la caída de las vocales finales átonas (“mar”<mare), así como la ausencia de diptongación románica espontánea (“mort”<mors), pero el mantenimiento del diptongo latino “au” (“paubre”< pauper).
La evolución de los verbos “vezer” y “auzir”. Provienen respectivamente de videre y audire . En occitano, la “d” intervocálica original mantuvo la sonoridad pero cambió el punto de articulación y pasó a “s” sonora (“z”). Como pone de relieve Bec (1970, p. 433), “l’occitan s’oppose donc là à l’ibéro-roman (catalan compris) et au gallo-roman septentrional qui amuïssent le -D- intervocalique primaire”.
La declinación bicasual. El occitano, junto al francés, son las únicas lenguas sobre las que sabemos a ciencia cierta que, en un primer momento, redujeron los seis casos del sistema de declinación latino los dos de la declinación bicasual: caso sujeto y caso régimen. Aquí observamos la “s” final de caso sujeto no sólo en el nombre “Jaufres”, sino también en el apellido “Rudels”, donde lo más probable es que la “s” no sea etimológica y, de hecho, Raynouard, F. (1820, p. 165), la suprime.
En el caso de “gentils hom”, vemos como el atributo “gentils” concuerda con el caso sujeto, aunque esta “s” sí es etimológica, ya que proviene de gentilis. En cambio, “hom” no lleva “s” porque proviene de homo, hominis.
Las conjugaciones. Los verbos de la narración hacen referencia al pasado a través de formas simples: el occitano mostró siempre esta tendencia, a diferencia del francés, que ya desde el principio utilizó formas compuestas. Asimismo vemos como no tiene necesidad de utilizar los pronombres personales sujeto, ya que las terminaciones de género y número son fácilmente identificables en el verbo.
La posición de los pronombres complemento. Observamos diversos casos en los que los pronombres están en posición enclítica (“enamoret se”, “pres lo malautia”, “pres lo antres sos bratz”) y que en las lenguas limítrofes (catalán, francés, castellano) los coloca en posición proclítica. La forma enclítica es propia del occitano, como del galaicoportugués, y en el texto los pronombres aparecen desvinculados del verbo: ni están unidos a él ni conectados con un guión, signo que no se empezaría a utilizar hasta finales de la edad media.
En cualquier caso, la posición de los pronombres en las frases de este texto es más bien anárquica: en otros casos aparecen en posición proclítica (“leis vezer”) o incluso se eliden (“ses vezer”). No es algo excepcional, dado que estamos ante una lengua que no estaba fijada y, por lo tanto, fluctuante. Asimismo, la anteposición del pronombre en “leis vezer” puede estar relacionado con la influencia que ejercía la lengua de oïl (en la que los pronombres ya aparecían antepuestos, como en el francés actual) en la zona de Burdeos: la proximidad a la frontera entre ambas lenguas facilitaba los intercambios tanto léxicos como morfosintácticos.
Los dobletes “e/et” y “a/ad”. Otro ejemplo de que la lengua era todavía fluctuante lo encontramos con los dobletes. La conjunción latina et —que se ha mantenido en todas las lenguas románicas, aunque perdiendo la “t” final excepto el francés, que la recuperó en la relatinización— aparece en el texto con “t” si la siguiente palabra empieza por vocal y sin “t” si empieza por consonante. De la misma manera fluctúa la evolución del ad latino: ante vocal se mantiene “ad”, mientras que ante consonante ya ha evolucionado a “a”. Es posible que la lengua popular ya hubiera perdido estas “d” finales, pero que en el lenguaje culto el escritor considerara de debía mantenerlas en algunos casos.
La frase “si fo mout gentils hom”. Sorprende la utilización de la palabra “si” en la primera frase del texto porque resulta totalmente redundante. Se trata de una coletilla de la lengua popular que, como es habitual en la lengua medieval, se incorpora al escrito. El francés medieval también incorpora esta palabra a veces en forma de “sia”.
El género del sustantivo “dolor”. En latín era un sustantivo de género masculino, pero en el texto aparece en femenino. En la lengua medieval, el género de los sustantivos terminados en “or” era todavía fluctuante. En general, los que expresaban sentimientos eran considerados femeninos. En el caso de “dolor”, el occitano (como en francés y portugués) acabó fijándose en femenino, mientras que en otras lenguas (como el catalán y el castellano) evolucionó hacia el masculino.
El adverbio “mout” y el adjetivo “mains”. El adverbio latino multus evolucionó a “mout” en algunos dialectos del occitano e incluso del catalán: Coromines (1990, p. 764) destaca que “en els segles XIII i XIV és frequent, sobretot en el Rosselló, una variant vocalitzada mout”. En el texto vemos esta forma. Sin embargo, el catalán —como algunos dialectos occitanos— ha acabado fijando el “molt”. En el caso del francés, multus inicialmente dio “moult”, pero finalmente acabó desapareciendo, como explica Rey (1993, p. 1283): “en français, mout est sorti de l’usage général au XVIè siècle, évincé par beaucoup”.
El origen del adjetivo “mains”, con un significado similar, tiene un origen mucho más complicado de determinar. Podría estar emparentado con el adjetivo catalán “mant”, que tendría una base celtica, “manti”, con el significado de “gran número, gran cantidad”.
El pronombre “en”. En la frase “el n’auzi dire”, el pronombre “en” sustituye a una persona (la princesa de Trípoli). En el francés actual esta sustitución pronominal (“*il n’a entendu dire”) no es posible si se trata de una persona (seria “il a entendu dire d’elle), aunque es posible que en francés medieval fuera posible como lo era en occitano.
Bibliografía citada
- BADIA, L. Ed. (1994): Poesia Trobadoresca. Barcelona: Edicions 62, Les millors obres de la literatura universal.
- BEC, P. (1970): Manuel pratique de philologie romane. 1. Italien, espagnol, portugais, occitan, catalan, gascon. Paris: Picard.
- COROMINES, J. (1990): Diccionari etimològic i complementari de la llengua catalana. Vol. V. Barcelona: Curial Edicions Catalanes.
- RAYNOUARD, M. (1820): Choix des poésies originales des trobadours. Tome cinquième, contenant les biographies des trobadours, et un appendice à leurs poésies imprimées dans les volumes précédents. Paris: Firmin Didot.
- REY, A. Dir. (1993): Dictionnaire historique de la langue française. Tome 2. Paris: Le Robert.
- RIQUER, M. de (1983). Los trovadores. Vol. I. Barcelona: Ariel.